“Aquel
día, 7 de diciembre de 2022, llegué como de costumbre a Palacio de Gobierno, a
las 7 de la mañana, y me dirigí a mi oficina. Encontré un movimiento inusual
ese día de algunos funcionarios del Estado entre ellos el general EP (r )
Gustavo Bobbio Rosas, que recién había sido nombrado ministro de Defensa. A las
9 de la mañana tenía programada una reunión con el jefe de la Dirección de
Seguridad de Estado, el general PNP Iván Lizzetti Salazar, porque estábamos
controlando los servicios, ya que el presidente Pedro Castillo se iba
a desplazar hacia el Congreso. Ese día se había previsto que se permitiera el
ingreso de las personas a la plaza de Armas, por lo que debíamos hacer las
coordinaciones correspondientes”, relató a La República el coronel Walter
Ramos.
Estaba
ocupado en las diligencias descritas, cuando de pronto el expresidente Pedro
Castillo apareció en la televisión para dar un mensaje a la Nación. “En ese
momento estábamos en la oficina del subsecretario de la Secretaría de Palacio
de Gobierno (Enri Prieto Tica) y exclamó que era un golpe. ¿General, que vamos
hacer?, pregunté al general Iván Lizzetti, y este contestó que esperaríamos
alguna orden del alto mando. De un momento a otro, recibí una llamada de
inteligencia de Seguridad de Estado.
Me
advirtieron de una posible fuga del exmandatario, como lo hizo el exministro de
Transportes y Comunicaciones, Juan Silva Villegas. ‘¡No se preocupe mi coronel!
¡El presidente (Castillo) está en su despacho! ¡La gente (de Seguridad) está
mosca!, informé al coronel Miguel Navarrete, de Inteligencia de Seguridad del
Estado”, narró el coronel Walter Ramos Gómez. Todavía no se tenía la certeza de
que Pedro Castillo, al ver que su llamamiento para cerrar el Congreso y tomar
el control del Ministerio Público y el Poder Judicial, no surtió efecto, por lo
que precipitó su intento de salir del país.
"¡Cofre
en rotonda! ¡Cofre en rotonda!"
“Aproximadamente
a la 1 y 15 de la tarde, una de las ‘sombras’ (guardaespaldas) del presidente
habló por radio: ‘¡Cofre (vehículo presidencial) en rotonda, cofre en
rotonda!’, lo que significaba que el presidente iba a salir. Al preguntar sobre
su salida, el jefe de escolta presidencial, mayor PNP Luis Alarcón Trujillo, me
informó que Pedro Castillo se iba a una ‘comisión reservada’. ‘¡Salida
reservada!’, comunicó el suboficial Nilo Irigoin Chávez al chofer del “cofre”,
el suboficial PNP Josep Grandez López. ‘¿A dónde van ?’, pregunté. ‘¡Salida
reservada, mi coronel!’, repitió el suboficial Irigoin. Sin embargo, ya me
habían advertido sobre una posible fuga, así que decidí acompañarlos. Para
ello, el mayor Alarcón consultó a Pedro Castillo, quien ordenó mi presencia en
la comitiva”, recordó el exjefe de la División de Seguridad Presidencial, de
Seguridad del Estado de la Policía Nacional.
En
el vehículo de Pedro Castillo se encontraba su esposa, Lilia Paredes, su hija
menor Alondra, y el exprimer ministro, Aníbal Torres. Los acompañaba toda la
escolta presidencial y su “sombra” (guardaespaldas). Había un segundo vehículo
donde estaba su hijo Arnold y su cuñada Yenifer Paredes.
El
“cofre” presidencial estaba resguardado por cuatro anillos de seguridad: dos
“liebres", dos patrulleros y una móvil de la Subunidad de Acciones
Tácticas ( SUAT). Atrás de la comitiva iba el vehículo donde se encontraba el
coronel Walter Ramos.
Durante
el desplazamiento de la comitiva el coronel Walter Ramos recibió otra llamada
del coronel Navarrete, advirtiéndole que tuviera cuidado porque había recibido
información de un posible traslado de Pedro Castillo y su familia a la embajada
de México, en la avenida Jorge Basadre, en San Isidro.
Efectivamente,
el coronel Ramos, al verificar la información con el mayor Alarcón, este le
aseguró que la comitiva se dirigía a la embajada de México. ¿Y por qué México?.
Porque el jefe de Estado, Andrés López Obrador, le había expresado públicamente
su respaldo. “En esos momentos estaba entre la espada y la pared, porque Pedro
Castillo aún era presidente de la República, y si lo detenía, estaba en juego
mi carrera en la institución policial”, dijo el coronel Ramos
"¡Detenga
a Pedro Castillo!"
“Inmediatamente
llamé al general Iván Lizzetti para reportarle sobre la situación y este me indicó
que esperaba órdenes del alto mando policial. A los pocos minutos, Lizzetti
dispuso la detención de Castillo porque estaba en flagrancia por el presunto
delito de rebelión, abuso de autoridad e infracción a la Constitución Política
del Perú. Así que, al llegar a la altura de la intersección de las avenidas
Tacna y Nicolás de Piérola, el suboficial Nilo Irigoin Chávez, la ‘sombra’ del
presidente, ordenó al suboficial Jossep Grández López, conductor del vehículo
de placa EGY-552, que acelere rumbo a la embajada de México”, añadió el coronel
Ramos.
No
transcurrió demasiado tiempo para que el entonces jefe de la División de
Seguridad Presidencial, de Seguridad del Estado de la Policía Nacional, se
percatara que debía actuar de inmediato. Pedro Castillo, ante el fallido golpe
de Estado, se dirigió hacia la embajada mexicana en busca de refugio y evadir a
la justicia.
Era
ahora o nunca.
“Al
tener conocimiento de que las ‘sombras’ del presidente Castillo querían
llevarlo a como diera lugar a la embajada de México, dispuse que la comitiva se
detuviera. Pero, como no hacían caso a las órdenes, nos adelantamos al ‘cofre’
presidencial y logramos neutralizarlos en la esquina de las avenidas España y
Garcilaso de la Vega, aprovechando el cambio del semáforo. ‘Deténganse,
deténganse!’, ordené al suboficial Josep Grandez, que conducía el vehículo
presidencial. Ante las exigencias del suboficial Orlando Tello, la otra
‘sombra’ de Pedro Castillo, para que siguiera manejando, el chofer no sabía a
quién hacer caso. Finalmente, dispuse al contingente SUAT adelantar al ‘cofre’
y resguardar a la familia presidencial, a la altura de la Clínica
Internacional, en plena avenida Garcilaso de la Vega, ante la mirada de decenas
de transeúntes que trataron de acercarse”, precisó el coronel Ramos.
Sin
embargo, hubo minutos de tensión.
La
escolta presidencial no quería dejar a Pedro Castillo. El coronel Ramos tuvo
que intervenir con más energía.
“Les
dije a los miembros de la escolta: ‘Piensen en sus hijos. Si Pedro Castillo no
va a la cárcel, iremos nosotros. Finalmente se doblegaron y condujeron al
expresidente a la sede de la región policial Lima, ubicada en la avenida
España. Comprendieron que lo mejor para el país, era detener al expresidente
Castillo”, apuntó el jefe de la División de Seguridad Presidencial, de
Seguridad del Estado de la Policía Nacional, coronel Walter Ramos Gómez. El 7
de diciembre de 2022, no fue un día cualquiera.
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